PERROS
POTENCIALMENTE PELIGROSOS: ¿MITO O REALIDAD?
Por: D. Vicente Salcedo. Titulado como etólogo canino y clínico en
comportamiento, título otorgado por la Asociación para el Estudio del Perro y
su Entorno (AEPE)
Antes de analizar el tema de los “perros potencialmente peligrosos” deberíamos estudiar qué entendemos o cual es el significado de dicha etiqueta.
Si buscamos en el diccionario de la Real Academia de la
lengua Española el significado de “potencial” encontraremos lo siguiente: “Que
puede suceder o existir, en contraposición de lo que existe”, es decir, que
tiene la posibilidad de ser peligroso aunque no lo es. Por tanto, la siguiente
tarea consiste en determinar si existen razas potencialmente peligrosas.
Analizando el tema con objetividad, es evidente que las
razas de mayor tamaño tienen un potencial superior para hacer daño que las
razas pequeñas. No obstante, que tengan un mayor potencial no las hace más
agresivas que otras razas con un menor potencial, de la misma forma que una
persona formada e instruida en técnicas de combate o una persona con una fuerte
musculatura, posee un mayor potencial para hacer daño, pero la experiencia nos
demuestra que no por ello son más agresivos. Que una persona hipertrofie sus
músculos en un gimnasio o aprenda a pelear en una academia de artes marciales,
no la hace más belicosa. De la misma forma, un policía y un delincuente armados
con una pistola poseen el mismo potencial para matar, pero todos coincidiremos
en que el policía no representa un peligro social y esto se debe a que carece
de la agresividad del delincuente. Por tanto llegamos a la conclusión de que
la peligrosidad de un individuo no está en su fuerza sino en su agresividad.
Pasemos por tanto a analizar la agresividad en la especie canina y determinar
si existen razas más agresivas que otras.
Podemos dividir la agresividad en dos grandes fuentes: la causa orgánica y la conductual. Por supuesto, una causa no excluye la otra, ya que se pueden dar a la vez. La agresividad por causa orgánica, como el hipotiroidismo o cualquier dolor, no son exclusivas de raza alguna y por tanto no nos sirven para determinar si una raza es más peligrosa que otra. Si bien, es indiscutible que ciertas patologías tienen mayor tendencia a sufrirlas ciertas razas, como las otitis en perros de orejas grandes o la distimia en el Cocker. También existe mayor tendencia en ciertas razas a la displasia de cadera, lo cual es responsabilidad de los criadores el ir eliminándola de muchas razas muy azotadas actualmente por esta patología, como el Pastor Alemán.
Por otro lado nos encontramos con la agresividad por causa
conductual. Todo animal mostrará conductas agresivas cuando entre en conflicto
con sus instintos (supervivencia y reproducción). Debemos entender que esto no
es exclusivo del Canis familiaris y
que es común a infinidad de especies, todas aquellas con capacidad de luchar y
hacer daño, excluyendo así solo a las especies que basan su estrategia
defensiva en el mimetismo y/o la huida. Además, luchar en estas situaciones es
una estrategia adaptativa, necesaria y, por tanto,
común a todas las especies. Ante un conflicto solo existen tres alternativas:
enfrentamiento, huida y evitación, y el animal escogerá una u otra en función
del valor del recurso que esté en juego en dicho conflicto. Así un perro puede huir
de otro animal que quiera hacerle daño, pero se verá obligado a luchar si es
acorralado, pues eliminamos sus opciones de huida y evitación. Como digo, esto
es común a todas las razas e incluso a infinidad de especies, incluida la
nuestra: la especie Homo sapiens. Así, todo perro mostrará conductas
agresivas cuando peligre su recurso, espacio y acceso a las hembras, todo ello
factores dependientes de sus dos instintos. Por supuesto, territorialidad y
dominancia son también factores dependientes de sus instintos y por tanto
naturales en todas las razas.
Así pues, ¿qué hace que un perro muestre conductas agresivas en aquellas situaciones en que otros perros no muestran dichas conductas? Únicamente el aprendizaje.
La conducta canina viene marcada por la interacción entre el
Genotipo y el ambiente.
Analizaremos primero el Genotipo canino. Los genes heredados
de los padres tienen una influencia indiscutible en los rasgos físicos del
perro, sin embargo no ocurre lo mismo con los rasgos de conducta. Los genetistas
han llevado a cabo estudios en los que se ha demostrado que los rasgos de
conducta se heredan genéticamente en una proporción próxima a cero por lo que
prácticamente no son hereditarios, a diferencia del factor miedo, que tiene una
heredabilidad mayor. Sin duda alguna, el miedo puede
ser fuente de agresiones y además de gran peligro, ya que una agresión por
miedo puede ser muy fiera al poner en peligro la misma supervivencia del
animal, sea cierto o no que su vida peligre, basta que él lo interprete así. Es
tarea de los criadores y clubes de razas controlar la cría y eliminar de ella
los ejemplares con conducta miedosa. No hace falta decir que el miedo, como
factor imprescindible para la supervivencia, existe en todas las razas, pero su
exceso no es típico de razas concretas, sino de individuos concretos, muy
alejados del equilibrio entre estímulos y respuestas u “homeostasis sensorial”
por su exceso de miedo. Así pues, llegamos a una conclusión clara: la
agresividad no depende de la genética, sino de la experiencia/aprendizaje.
Tras analizar el tema de la agresividad llegamos a la
clara conclusión de que todos los perros muerden, de la misma manera que
todos los niños saben golpear, y que lo que hace a un perro morder en
situaciones en que no debería hacerlo es únicamente el aprendizaje. Como
muestra de ello basta mirar las estadísticas para comprobar que las muertes
provocadas por ataques de perros están mayoritariamente provocadas por perros
no catalogados como “potencialmente peligrosos”. Pero ¿de quién aprenden la
conducta agresiva? Puesto que los perros pasan un período muy corto con la
madre y hermanos y son separados de estos a muy temprana edad no es difícil
deducir que ese aprendizaje viene dado por el ser humano, bien sea de forma
consciente o por ignorancia. Así, y mediante argumentos científicos, queda
patente que la conducta agresiva de un perro deriva de la mala praxis del
propietario y no de unas características raciales o filogenéticas.
Por tanto, ¿existen perros potencialmente peligrosos? Por
supuesto; todos aquellos perros con un peso o fuerza suficiente como para
causar daños, lo que engloba a casi todas las razas y
mestizos. Si añadimos aquellas razas capaces de causar lesiones en niños
pequeños nos vemos obligados a añadir a TODAS las razas caninas y mestizos que
existen.
¿Cómo se puede solucionar el problema de la agresividad
canina? Mediante disciplina y control, la cual solo puede aplicarse mediante la
adecuada formación del propietario o la ayuda de un profesional canino
adecuadamente formado para aplicar una férrea disciplina y un estricto control
sobre el perro, castigando, no a raza alguna, sino a toda persona que, con
conocimiento, instigue a cualquier perro a llevar a cabo agresiones
injustificadas. Queda así claro y argumentado científicamente, que el peligro
no está en el perro sino en su portador, de la misma manera que las pistolas no
matan, lo hacen las personas que se esconden tras ellas y aprietan el gatillo.
A continuación me tomaré la libertad, con el permiso del
lector, de abandonar la objetividad científica y aportar mi opinión personal
sobre la vigente ley de tenencia de Perros Potencialmente Peligrosos.
Desde mi experiencia profesional, tratando casos de agresividad, he podido comprobar que, en la gran mayoría de casos en que se solicita mi ayuda, se tratan de perros de talla pequeña, y hablo de un porcentaje altísimo que roza el 100%. La razón es sencilla: hay una altísima tendencia en los propietarios de perros pequeños a la sobreprotección y el hiperapego, ya que los perros pequeños suelen ser más “tiernos” que los de raza grande, como mínimo hasta que muestran conductas agresivas en las que la ternura se convierte en pavor. Por otro lado, los perros de talla grande suelen ser adquiridos por gente joven o con carácter fuerte, en definitiva, personas que se imponen al perro y en muchos casos plantan cara a las amenazas dejando patente su autoridad. Esa es la principal razón de que la mayoría de ataques sean llevados a cabo por perros de talla pequeña y no por perros grandes. Por supuesto que también hay perros de talla grande agresivos, pero personas ignorantes e indeseables hay muchas y con toda clase de perros, no obstante no vemos tanto en perros grandes la permisividad que se da a los de talla pequeña. En definitiva, volvemos siempre al mismo concepto: la agresividad en el perro no es fruto de raza alguna, sino de la acción de propietarios ignorantes, desinformados o tarados que quieren perros imponentes. Siempre son los dueños.
Desde los inicios de la Selección Artificial hemos enfocado la cría hacia la especialización y mejor aptitud de determinadas razas para ciertas labores. Es cierto que antiguamente también había ataques por parte de perros, pero los ejemplares agresivos eran sacrificados al instante. El perro se criaba para una función determinada y no como animal de compañía, lo que creaba una criba entre los individuos que no eran aptos para desempeñar su función apartándolos de la cría y manteniendo así, perros equilibrados y funcionales. Con la introducción del perro como animal de compañía aparecen nuevos problemas. ¿Cómo pueden mordernos perros que nosotros seleccionamos? Sencillamente porque la gente no está preparada para tener perros. La gente los adquiere sin tener la más mínima noción de educación y disciplina canina.
Por otro lado están los perros seleccionados para belleza, seleccionados únicamente por sus características físicas y dejando de lado el carácter. Así aparecen infinidad de perros de gran belleza pero desequilibrados, miedosos y en definitiva; tarados. Desde aquí condeno duramente este tipo de crianza, en la que solo se tienen en cuenta las características físicas o el Standard físico del perro dejándose de lado aspectos más importantes para la convivencia con el ser humano como es el carácter.
De la misma forma condeno a quienes crearon, asesoraron y mantienen a día de hoy tan absurda ley. ¿Por qué un gobierno, que puede disponer del asesoramiento de los mejores especialistas antes de promulgar una ley, acude a un club de criadores y adiestradores, omitiendo expertos en conducta animal, genetistas, etc? Se promulgó una ley sin contar con la opinión de personas debidamente formadas en universidades y en las especialidades que corresponderían al tema que nos atañe.
El resultado de asesorarse mal y por gente que poco sabe del tema ha sido una ley absurda y disparatada que ahora sufrimos los dueños de perros injustamente etiquetados. Resulta absurda hasta el punto de crear una lista negra con 8 razas y luego crear el anexo 2 con las características de todo perro que debe ser catalogado, características que cumplen en su mayoría esas 8 razas, con lo cual caen en una redundancia con la única intención de machacar esas razas. Por otro lado hay muchas razas que cumplen el anexo 2 y no requieren de licencia, como Pastor Alemán, Pastor Belga, Mastines de todo tipo, etc.
Sin duda alguna, la raza más perjudicada por esta absurda ley ha sido el American Pit Bull Terrier (APBT) Esto se debe a su fama de perro de pelea y a la absurda campaña llevada a cabo en su contra por los medios de comunicación. Respecto al tema de las peleas de perros (las cuales condeno con gran dureza) debo decir que solo un porcentaje bajo de APBT’s descienden de las peleas o pelean actualmente, ya que la raza no fue creada para ello, como muchos piensan. Por otro lado invito a quien lea este artículo a meterse en la piel de un “peleador de perros” y se imagine en el ring con su perro. Estos animales pelean por asaltos para evitar que gane el primero en apresar. Los perros deben separarse cuando el juez lo indica. ¿Cómo reaccionaría el lector, si fuera un peleador y su perro le mordiera al separarlo de otro? Sin duda haría lo mismo que hacen los peleadores de perros: matarlo. Con ello, y sin darse cuenta, llevan a cabo una selección artificial en la que todo perro que muerde a una persona, a pesar del alto estado de excitación del animal, es ejecutado y por tanto no cría. El resultado es la obtención de perros adiestrados para matar a otros perros, pero inofensivos con el ser humano.
Solo me queda decir a quienes sostienen esta absurda ley,
que de la misma manera que recibimos un curso de conducción y educación vial
antes de poder conducir, deberían educar a la gente que desee poseer perros.
Los problemas se solucionan con cultura y, desgraciadamente, en este país hace
falta mucha cultura canina.
Bibliografía
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